Vagón de historia

Tranvía lisboeta, vagón de historia que no pasa, que pasa pero que no llega. Rehúso a ver qué quieres ser una más de tu generación, para ello tus ademanes haces a orillas del Tajo, pero no quieres, no queremos, el sentido pierde quitarte tu traje de azulejos y tu cara poco encalada. Está bien que tus trapos saques a relucir por las ventanas y balcones que airean tu interior. No guardes más allá de lo que ya guardas en tus fados, para eso has aprendido de tu propia melancolía. Fuiste grande, de un imperio lusitano que estuvo en los cuatro mares y de alta mar a ti llegaron curtiéndote en exotismos y atavíos. Hace tiempo que se fueron de tu cobijo tus hijos, te entristeciste dejándote al desazón que provocan las pérdidas, aunque tu añeja petulancia sale entre viejas tejas para decir a tus coetáneas que estás aquí, que no cesarás aunque tus amigas europeas te obviaron por tener a un marido dictatorial y que te quiso compartir construyéndote un puente de rojo con la otra orilla. En tu divorcio, de claveles rojos llenaste tu cabeza y el mundo tu comportamiento menciona aunque desafortunadamente no sigue.

Alfama prima hermana de Triana

Barrio marinero de trazado moruno donde la melancolía, la alegría y la calma hacen de este sitio uno de los lugares más hermosos del mundo. No es un barrio efímero para turistas donde solo haya hoteles, tiendas de souvenirs y postales o similares para el movimiento "guiri", aquí viven lisboetas de verdad, gente mayor que mira escéptica a los turistas, señoras con bolsas de la compra, señores de planta portuguesa y niños que juegan en las pequeñas escuelas del barrio. No hay lujos, a penas azulejos, las casas encaladas o desconchadas, flores en los balcones o sin ellas, calles angostas, escalinatas y cuestas para piernas de olimpiadas, ropa, mucha ropa tendida, alguna fuente idílica en algún cruce de calles, gente asomada por las ventanas, barberías, sastre de metro en cuello y mostrador de madera gastada en la Rua Dos Remedios y bares de manteles de cuadros y olor a frango a la brasa.
















La ropa tendida

Lisboa y Portugal en general han conseguido hacer de un gesto que en el resto de Europa se interpreta como ordinario o chabacano, tender la ropa hacia la calle, para el país luso es un símbolo nacional, una característica ya intrínseca en la fisonomía portuguesa. Si en cualquier lugar del viejo continente secar la ropa recién lavada es como enseñar tus intimidades, en este país atlántico es un gesto natural, de sinceridad, de autenticidad.




Rua das pedras negras

Cuenta la leyenda que en la Calle de las piedras negras, donde los prostíbulos, borrachos, trasnochadores, buscadores de emociones, desesperados, cínicos, perdidos y encontrados, putas, traficantes, mercaderes, viajeros, ateos y libre-pensadores, amantes, curas sin sotanas, mariquitas y/o reprimidos que aqui se liberaban, bohemios y muchos más fecundaron el alma del fado, del cante grande Portugal.


Rio Tajo

Estas dos columnas simbolizan la puerta a Lisboa de los barcos que venían de Asía o de cualquier colonia portuguesa.

Catedral o Fortaleza


Es la Catedral de Lisboa pero más que a un lugar de culto para los católicos recuerda más una fortaleza, da la sensación que es un vestigio que perteneció al Castillo de San Jorge. Austero en ornamentación, torres campanarios con almenas que más que torres para llamar a los creyentes a misa desprende la intención de avisar de una invasión de cualquier enemigo por el Tajo arriba. A esta Catedral le rodean los lugares más mágicos de la capital, justo a izquierda está el barrio de Alfama, detrás subiendo los railes del tranvía 28 que te lleva al mirador de Sta. Gracia donde se puede ver todos los tejados de Alfama, el Panteón Nacional, El Castillo, etc... es un lugar para pasarse las horas, para ver un lugar donde el tiempo no es que se haya parado, es que el tiempo pasa por ese lugar con dignidad, sin atropellos y sin añoranzas. Aquí está el corazón de Lisboa.